Sociedad 5.0 – Ciudades inteligentes

Las poblaciones de los países asiáticos más desarrollados son algunas de las más longevas del mundo. Más allá del notable caso de Japón, cuya población cuenta con una esperanza de vida al nacer de 84 años según datos de la OMS en 2021, otros países vecinos como Singapur o Corea del Sur con 83, Taiwán con 79 o China, Tailandia y Malasia con más de 77 tienen una población realmente longeva que cuenta con necesidades específicas que sus respectivos gobiernos han decidido afrontar, en muchos casos, por medio de la tecnología.

La mayoría de las economías de los países asiáticos mencionados son economías altamente tecnificadas, con una gran tendencia hacia la implantación de soluciones tecnológicas en distintos ámbitos de su realidad social. Tienen, por tanto, menores reticencias en comparación con los países occidentales a la hora de proponer y desplegar sistemas tecnológicos que, de forma directa o indirecta, tengan un impacto en el bienestar de sus ciudadanos. Es por ello que mirar hacia estos países puede ayudarnos a comprender cómo puede ser el futuro cercano en lo relativo a la gestión tecnológica de las necesidades específicas de la economía plateada en los países occidentales.

 

Desde el gobierno de Japón se refieren a la “Sociedad 5.0” como aquella que está sostenida por la Inteligencia Artificial, y que gracias a esta es capaz de proporcionar cuidados y resolver problemáticas concretas de cada uno de los sectores de población, especialmente de aquel que cuenta con más edad. Uno de los principales problemas de la economía japonesa es precisamente el rápido envejecimiento de su población. Esta inversión acelerada de la pirámide poblacional implica un descenso en la fuerza de trabajo japonesa, y por tanto un menor aporte de los salarios de estos trabajadores para las pensiones de la población retirada, así como menos trabajadores disponibles para trabajar con este sector poblacional. Esta situación puede acabar suponiendo un colapso tanto del sistema de pensiones como del sanitario, debido a un déficit de ingresos y de mano de obra. No es esta una situación que resulte lejana en los países de los continentes europeo y americano. Sin embargo, los gobiernos de estos países occidentales todavía no han comenzado a plantear una solución tecnológica a este problema, y se encuentran centrados en la actualidad en la implantación y desarrollo de políticas y medidas sociales, demográficas y económicas.

La propuesta de Japón es sencilla: si el número de ciudadanos en edad de trabajar decrece, a pesar de la inmigración, la única solución para no reducir la actividad económica y por tanto las pensiones de la población envejecida y la capacidad de atenderla pasa por automatizar tantos trabajos como sea posible gracias a sistemas de Inteligencia Artificial y robótica. Su objetivo es, en sus propias palabras, convertirse en una sociedad “super-envejecida y super-inteligente”. El gigante tecnológico Toyota ya ha comenzado, a petición del gobierno japonés, a construir una ciudad inteligente basada en el internet de las cosas, en el despliegue de redes 5G, sistemas inteligentes y robots que realizan los trabajos esenciales en dicha ciudad, desde el cuidado automático de la infraestructura y los sistemas de transporte público hasta el acompañamiento y cuidado sanitario de los ciudadanos en riesgo de exclusión social.

 

Esta ciudad, de nombre Woven City está siendo construida desde los cimientos en la falda del Monte Fuji, con el objetivo claro de ser “una ciudad construida para la felicidad” a través de la tecnología. Entre otras propuestas para mejorar la vida de los ciudadanos de la tercera edad, Toyota plantea el empleo de vehículos autónomos que permitan a estos ciudadanos desplazarse sin la necesidad de conducir, robots autónomos que hagan la compra para ellos, y sistemas de telemedicina para poder gestionar cualquier problema de salud de forma instantánea sin salir del hogar. Si todo sale tal y como está planeado, en el año 2025 la ciudad recibirá a sus 2.000 primeros habitantes. Serán los primeros japoneses en experimentar el comienzo del plan de la “Sociedad 5.0” de su país. Japón es el tercer país con mayor densidad de robots del mundo, por detrás de sus vecinos Singapur y Corea del Sur. Las mismas posiciones se repiten para el despliegue de las redes 5G. Es por ello que estos países también tienen sus propias iniciativas para mejorar el bienestar y la salud de sus respectivos ciudadanos por medio de las últimas tecnologías desarrolladas.

 

tecnologia-ciudad-verde-cambia-concepto-alteracion-sostenibleImagen representativa de una ciudad conectada

 

El gobierno de Singapur ha comenzado el camino hacia la tecnificación de la salud y el bienestar por el sistema de salud. Debido al envejecimiento de la población, como también sucede en la gran mayoría de países occidentales, la incidencia de enfermedades crónicas y la necesidad de cuidados no hace más que aumentar, lo que ha conllevado un aumento del gasto sanitario de un 3% de media anual en los últimos siete años. Para tratar de abordar este problema el Ministerio de Sanidad singapurense se ha propuesto sacar provecho de su privilegiada posición tecnológica. Identificando los principales problemas en dos grandes bloques, las enfermedades crónicas y la soledad, han planteado un plan de actuación basado en la IA y la robótica para dar respuesta a los mismos. De igual forma que el planteamiento japonés, el objetivo principal es necesitar de una menor cantidad de fuerza de trabajo, en este caso en el sector sanitario, para poder automatizar y flexibilizar numerosos procesos por medio de las nuevas tecnologías.

Un ejemplo de el uso de la tecnología para el cuidado de las personas de la tercera edad se puede encontrar en un proyecto piloto en la residencia de Ohmi, en el corazón de la ciudad-Estado. En esta institución se emplean robots controlados remotamente para acercar a las personas a sus familiares que viven en ubicaciones distantes a la residencia. Gracias a ellos, el familiar puede conectarse en remoto al robot y, además de poder mostrar su cara y su voz, puede mover al robot de tal forma que puede dar paseos con su familiar e incluso ayudarle a realizar determinadas tareas del hogar.

 

Con una finalidad distinta, pero con el mismo segmento de la población en mente, se ha desarrollado el exoesqueleto conocido como ExoAtlet, que combinando una serie de sensores, actuadores y algoritmos de Inteligencia Artificial permite mejorar la independencia de personas de la tercera edad con movilidad reducida, así como prevenir caídas y aumentar su fuerza de forma artificial. Gracias a esta aplicación robótica el Ministerio de Salud afirma que se está evitando la necesidad de un cuidador en muchas ocasiones, o aliviando en algunos aspectos al sobrecargado sistema de salud. Existen innumerables ejemplos de innovación asiática basada en las nuevas tecnologías con la finalidad de mejorar la calidad de vida de la población más envejecida, como podrían ser Syrinx, un robot japonés que se coloca en la garganta de personas con dificultad para la deglución y el habla y que mejora las capacidades de las personas que sufren enfermedades nerviosas y motoras; o IMOvifa, otra creación japonesa que permite diagnosticar de forma portátil la aparición de glaucomas en personas de la tercera edad mediante una combinación de sensores y visión artificial.

 

Por descontado, estas innovaciones también surgen en países y economías occidentales, por lo que el diferencial en este caso no parecen las capacidades tecnológicas – aunque la mayor implantación de la última generación de redes de telecomunicaciones y de robótica ayuden – sino la actitud de la población en general y de los gobiernos en específico hacia estas nuevas tecnologías. Puede que occidente termine siguiendo el camino de estos países asiáticos que, en la actualidad, marcan tendencias sociales respecto a la tecnología que de forma paulatina penetran en nuestro acervo cultural y en nuestra aproximación a ciertas tecnologías que a día de hoy podemos considerar “poco humanas” o “intrusivas”. Pero también es posible que las políticas demográficas, sociales y económicas de los gobiernos occidentales surtan efecto y consigan revertir una situación cercana a la saturación de los servicios de salud pública, a los sistemas de pensiones y, en definitiva, a la red de soporte a la calidad de vida y bienestar de las personas de la tercera edad. Será cuestión de tiempo descubrirlo. Por ahora, los países asiáticos han tomado su propio camino tecnológico, y en el futuro podremos descubrir el resultado real de estas políticas incipientes.

 

 

Por Mario Conejos — Ingeniero preventa y desarrollo IA

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